“IT’S A SMALL STEP FOR A MAN… ONE GIANT LEAP FOR MANKIND”

¡Y BOPP participó activamente en este éxito!

El 20 de julio de 1969, unos 600 millones de personas vieron en directo cómo Neil Armstrong y, un poco más tarde, su colega Edwin Aldrin, hollaban el polvoriento suelo lunar mientras Michael Collins, el tercer astronauta del Apolo 11, pilotaba la nave nodriza alrededor de la Luna. El desencadenante del entonces utópico proyecto fue la carrera espacial que mantenían las dos superpotencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, por conseguir el primer puesto en alta tecnología. Ya en 1957, la Unión Soviética había puesto en órbita alrededor de la Tierra el satélite no tripulado Sputnik 1, y apenas cuatro años después, el ruso Yuri Gagarin se había convertido en el primer ser humano en orbitar la Tierra. La evidente ventaja tecnológica de los rusos fue el motivo por el que el presidente estadounidense John F. Kennedy quiso actuar en consecuencia. El 25 de mayo de 1961 planteó ante el Congreso el objetivo de llevar un hombre a la luna y devolverlo a la Tierra antes de que finalizara la década. Durante aquel mismo año, los ingenieros de la NASA encontraron 10’000 problemas diferentes que debían ser resueltos. En el proyecto participaron 400’000 personas y 20’000 empresas e instituciones. El presupuesto de 25’000 millones de dólares, con inciertas perspectivas de éxito comercial, da una idea de la voluntad que existía detrás del proyecto.

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El tiempo era escaso y los retos técnicos, colosales. No se disponía de lanzadores suficientemente potentes ni de experiencia en vuelos espaciales tripulados. El desarrollo de la serie de cohetes Saturno y los 21 vuelos espaciales tripulados de las misiones Mercury, Gemini y de cinco misiones Apolo crearon finalmente las condiciones para el alunizaje del Apolo 11. Hasta diciembre de 1972 se llevaron a cabo otros cinco alunizajes con estancias cada vez más largas. En las tres últimas misiones 15, 16 y 17 se utilizó en cada caso un coche lunar, que permitía realizar viajes de exploración de hasta seis kilómetros de distancia del vehículo de alunizaje. En las seis misiones se recogieron un total de 382 kilogramos de piedras y arena.

Desde el punto de vista técnico, todas las empresas implicadas tuvieron que afrontar retos particulares, ya que se adentraban en territorio nuevo en muchos aspectos. Naturalmente, esto también dio lugar a una intensa competencia entre desarrolladores y fabricantes, incluidos los de filtros y telas metálicas. Los requisitos en cuanto a especificaciones, calidad y plazos eran extremadamente elevados, y la cooperación con empresas asociadas hasta entonces desconocidas tenía que desarrollarse sin incidentes desde el principio. Especialmente para este proyecto, desarrollamos y produjimos varios tejidos microtextiles en las especificaciones de mallas de 80 × 700 a 325 × 2300. En aquel momento, esto suponía un enorme reto para la planta suiza de Wolfhalden, que se había inaugurado pocos años antes, en 1956. El desafío comenzó con la adquisición de hilos extremadamente finos, de hasta 25 micras. Conseguir un buen hilo, es decir, que fuera tejible, era extremadamente difícil. En aquella época, el tejido se realizaba todavía en telares de lanzadera, lo que suponía un esfuerzo adicional para el ya frágil alambre.

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El cliente de nuestros tejidos en ese momento era Wintec Corporation en California, especialista en la construcción de filtros y proveedor certificado por la NASA. Nuestros tejidos se utilizaron en unos 80 módulos de filtrado diferentes. Cada vuelo del Saturno V/Apolo estaba equipado con 760 filtros. En la propia nave Apolo, se trataba de los filtros de combustible para los accionamientos del sistema de control de reacción, filtros para las válvulas de alivio, regulación y control del helio, filtros neumáticos de los sistemas de propulsión, filtros de eliminación de residuos, filtros de respiración de oxígeno, filtros de agua del sistema de control ambiental y filtros de desconexión rápida. En el vehículo de lanzamiento Saturno V, los tejidos se utilizaron para los filtros del motor en las válvulas de combustible y de control, los filtros de actuación del cardán del motor, los filtros del oxígeno líquido y del sistema neumático, los filtros del regulador y de la bomba hidráulica del motor principal. Nuestros tejidos se utilizaron incluso en la plataforma de lanzamiento, por ejemplo en el suministro de combustible a los tres sistemas de propulsión de las piezas de la nave espacial.

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La colaboración con la NASA y Wintec fue compleja, y no solo debido a la distancia geográfica; a menudo fue necesario rehacer los prototipos después de las primeras pruebas, y todo ello bajo una gran presión de plazos. Los intensos contactos en diversos niveles de dirección y organización al más alto nivel técnico (incluso los programas de los transbordadores espaciales confiaron en los tejidos de BOPP) proporcionaron a nuestra empresa no solo un mayor prestigio, sino también un salto en los conocimientos técnicos que, durante los años siguientes, a menudo nos permitió avanzar en exigentes ámbitos de aplicación y proyectos de investigación.

En el transcurso de sus programas espaciales, la empresa BOPP ha adquirido un gran conocimiento en el tejido de los hilos más finos. Los innumerables métodos de ensayo desarrollados y las pruebas realizadas por nuestros clientes e institutos nos siguen ayudando hoy en día en la tecnología de aplicaciones. En aquel momento, demostramos que el equipo de BOPP puede hacer cosas extraordinarias, y que jugamos en la mejor liga. ¡Y así sigue siendo hoy en día! Nuestros empleados conocen su trabajo, y contamos con maquinaria, instalaciones e infraestructuras de última generación. Nuestros puntos fuertes son el pensamiento innovador, la profesionalidad en las operaciones y la máxima calidad de los productos que suministramos.

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